iTampico (c) 2007

Casi 20 años han pasado desde que Kodak montara en las entrañas de una Nikon F3 la que sería la primera réflex digital en salir al mercado, la Kodak DSC 100. En todo este tiempo, los avances en las técnicas de fabricación y la reducción de costes han sido tan vertiginosos que, a día de hoy, podemos comprar cámaras réflex digitales con megapíxeles para repartir, sistemas de limpieza automáticos o previsualización por pantalla por una reducidísima fracción de los 30.000 dólares que costo en su día esta pionera digital de 1,3 megapíxeles.

Pero claro, estos avances para muchos se convierten en obsesión y se pierden a la hora de elegir una cámara réflex para iniciarse en este apasionante mundo. Por eso, y aunque mi recomendación más honesta es que empieces con una cámara compacta con controles manuales y te centres en empaparte de la técnica, os dejo a continuación unas humildes recomendaciones que espero os sirvan a la hora de elegir vuestra primera cámara réflex digital. Comenzamos:

Tiempo: Antes de ponerte a hacer números para saber cuánto puedes gastarte en tú primera cámara réflex, deberías hacer examen de conciencia y analizar si, de verdad, tienes tiempo para aprender a manejar la cámara, estudiar el lenguaje visual necesario para sacarle el máximo partido y procesar los negativos digitales, pues saltarte cualquiera de estos pasos conducirá, irremediablemente, a buenas dosis de frustración y el más que seguro abandono de la afición. Así que, si ahora mismo no tienes tiempo, puedes aplazar la compra un par de meses (o iniciarte con una compacta), porque no hay nada peor que empezar con ilusión y darte cuenta de que la falta de tiempo convierte tu flamante réflex digital en un carísimo pisapapeles.

Presupuesto. Si has conseguido superar el examen de conciencia, el segundo paso es decidir el dinero que estás dispuesta a gastarte. ¿Mi recomendación? Lo menos posible. Hoy en día se pueden encontrar cuerpos de cámaras réflex de última generación por menos de 300 euros (sin objetivo), así que con un presupuesto de unos 600 euros seguramente tengas bastante para empezar (cuerpo, objetivo, tarjeta y funda), pero este no es mi argumento principal para que te gastes lo mínimo posible en tu primera incursión. Tiene algo que ver el riesgo de dejar la afición aparcada al cabo de unos pocos meses (y que por lo tanto tires el dinero), pero mucho más peso tiene el hecho de que para empezar a correr, primero hay que saber andar. Es decir, cuantas menos características te distraigan a la hora de aprender los fundamentos de la fotografía, mejor. Al fin y al cabo, la cámara solamente es una herramienta para aplicar unos conocimientos e incluso con las más sencillas se pueden obtener impresionantes resultados.

Marca. Canon, Nikon, Pentax, Olympus o Sony, por citar algunas de las más conocidas, son firmas que cuentan con uno o dos modelos de cámaras réflex válidos para principiantes. Sin embargo, la elección de una u otra condicionará el número y tipo de objetivos que tendremos disponibles para nuestra cámara, siendo las dos primeras las que gozan de la mayor diversidad, tanto de fabricación propia como de terceros fabricantes. Sin embargo, tampoco te obsesiones mucho con esto, cualquiera de los modelos de cámaras réflex básicos que ofrecen los fabricantes arriba mencionados te servirán para aprender las técnicas básicas de
fotografía. Con el tiempo, tu propia experiencia te dirá si tu marca inicial te ofrece todo lo que necesitas o debes traicionarla por otra.

Objetivo. Si te decides a comprar cuerpo y objetivo por separado, en lugar de hacerte con uno de los paquetes incluyen los dos componentes (más que nada porque los objetivos incluidos en estos suelen tener el apodo de “pisapapeles”), mi recomendación es que elijas uno con un rango focal bastante generoso (por ejemplo, entre 28 y 105 mm estaría bastante bien) y, a ser posible, que disponga de estabilización de imagen (en el caso de Sony, por ejemplo, esto no es necesario, pues la estabilización está integrada en el cuerpo de la cámara). Además, asumiendo que estás empezando con una cámara con sensor APS-C, podrás usar tanto los objetivos diseñados específicamente para estas cámaras (objetivos APS-C) como los de sus hermanas mayores de sensor completo (objetivos full-frame). La diferencia básica es que los primeros cubren por completo el sensor de las cámaras con sensor APS-C y, en general, no se pueden utilizar en cámaras full-frame, mientras que en los segundos, al no cubrir por completo el sensor APS-C, deberemos multiplicar sus focales (por 1,6 en el caso de Canon, por 1,5 en el resto de fabricantes) para obtener el ángulo de visión real que ofrecen. Resumiendo, que me pierdo. Para empezar: objetivo zoom con un rango focal bastante generoso, a ser posible que tenga estabilización óptica y, a título personal, que sea de tipo “full-frame”.

Extras. Continuando con mi idea de una iniciación espartana a la fotografía réflex digital, no os recomiendo que hagáis grandes inversiones en extras, al menos para empezar. Solamente os recomendaré lo más básico. Así pues, además de la obligatoria tarjeta de memoria y la imprescindible mochila o funda de transporte, en el equipo básico de extras únicamente incluiría un filtro UV, que además de ayudarnos a conseguir unos cielos más azules, es una de las mejores protecciones que podemos ofrecerle a nuestro objetivo frente a huellas, arañazos y pequeñas caídas; una batería extra y, en el caso de no tenerlo, un lector USB para tarjetas de memoria flash. El primer accesorio a comprar, después de estos, sería un flash en condiciones.

Resumiendo, si quieres una cámara réflex para dar tus primeros pasos en el arte de la fotografía digital, cualquiera de los modelos básicos (los más baratos) de Canon, Nikon, Pentax, Olympus o Sony te servirá para aprender los fundamentos de la técnica fotográfica que, al fin y al cabo, es lo que determinará el nivel de los resultados que serás capaz de conseguir.

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Cámaras réflex, consejos para elegir la primera